La anorexia espiritual
La vida de oración
La vida de oración
¡No te conformes! ¡No te acomodes en tu vida
espiritual! Todo empieza por una distancia pequeña, y después podremos llegar a
negarle, como le pasó a Pedro.
Por: Viviana Venegas | Fuente: Catholic.net
Por: Viviana Venegas | Fuente: Catholic.net
http://es.catholic.net/op/articulos/58495/la-anorexia-espiritual.html
Una de las
partes que más me impacta del relato de La Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo es el momento en que a Jesús lo prenden, cuando sus discípulos
huyen, antes de las negaciones de Pedro. Pero más específicamente, la siguiente
parte: “Pedro le seguía de lejos” Mateo
26, 58.
¡Pedro le seguía
de lejos! ¡Qué fuerte! Después de esto lo negó tres veces. Y ¿cómo no? Si le
seguía de lejos… Estoy segura que mirando hacia atrás en sus vidas, más de uno
de ustedes se ha hecho alguna de estas preguntas (o parecidas a éstas) en
cualquier ocasión: ¿Desde cuándo me volví así de indiferente? ¿En qué momento
me dejé engordar tanto? ¿Cuándo se dañó tal o cual amistad? ¿En qué momento se
enfrió nuestra relación (novio, amigos, familia, etc)? Y la más importante….
¿En qué momento me alejé tanto de Dios?
La respuesta a
esta última pregunta es: en el momento en que, al igual que Pedro, le
empezaste a seguir de lejos. Y ¿sabes por qué? Porque en la distancia
que permitiste que se diera entre tú y Cristo cabe cualquier cosa. Nada de lo
anterior pasa de un momento a otro, todo viene sucediendo, solo que nos damos
cuenta cuando ya hemos llegado al límite.
¿Por qué de
repente empezamos a seguir a Cristo de lejos? Pueden existir muchas razones, entre ellas:
·
Porque no estamos dispuestos a identificarnos
completamente con Él.
·
Por respeto humano (miedo al “qué dirán”).
·
Por no estar dispuestos a renunciar a cosas del
mundo que no son compatibles con Dios.
·
Porque no hemos renovado ese primer amor.
·
Por el desánimo.
·
Por la soberbia que produce desesperanza por “no
entender las cosas de Dios”.
·
Porque hemos estado ocupados con los quehaceres de
la vida, no tenemos tiempo.
Si bien existirán muchas más razones, quiero hacer énfasis en esta
última: no hay tiempo, estoy ocupado(a), lo he dejado pasar…
Por esta razón
he querido escribir de la anorexia espiritual. Todo empieza por una dieta de
oración, de sacramentos, de actos de piedad, de servicio… Una dieta que poco a
poco va debilitando el alma, pues no está recibiendo su alimento. Una dieta que
se potencializa con la prisa del día a día y las preocupaciones que invaden
nuestra mente. Una dieta que al final puede convertirse en lo que yo llamo la
anorexia espiritual.
Cuando esto
sucede ya no hay fuerzas para nada: para rezar, para identificar los millones
de detalles que Dios tiene a diario con nosotros, para amar… Y es inevitable,
pues desde hace un tiempo no te has alimentado. ¿Cómo te van a quedar fuerzas,
ánimos, ilusiones?
Ojo con
enfriarnos. Como dice un muy buen amigo: la mediocridad es una lepra que
consume el alma… Estamos en la capacidad de alzar bandera roja
cuando nos sintamos así. Y ¿sabes qué? Dios es el primer interesado en
mandarnos rescatistas, no uno, sino los que sean necesarios. Él nos invitó a
seguirle de cerca. Venimos de Él y estamos hechos para volver a Él. Cristo
lucha a cada instante por ganar un espacio en nuestra vida para así llegar a lo
que siempre ha soñado: mantener una relación íntima con cada uno de nosotros.
Una relación que no es intermitente, que no tiene “peros”, que no varía según
mi estado de ánimo… Una relación y una entrega total, porque es lo mínimo que
Él se merece, y porque es lo único que nos va a llenar en plenitud.
¡No te
conformes! ¡No te acomodes en tu vida espiritual! Todo empieza por una
distancia pequeña, y después podremos llegar a negarle, como le pasó a Pedro.
“El ataque tiene
muchas más probabilidades de éxito cuando el mundo interior del hombre es gris,
frío y vacío…. De hecho, el camino más seguro hacia el Infierno es el gradual.”
– C.S Lewis, Cartas del Diablo a su sobrino.
Puede costarnos
muchos años construir una vida espiritual y solo basta un instante para echarla
a perder. Por eso es necesario cuidarla como el tesoro más grande, aquél que,
como decía San Pablo, llevamos en vasijas de barro.
“Si los pulmones
de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra
vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos
los días. La oración es la respiración del alma y de la vida” – Benedicto XVI
Reflexiones
Areli Sánchez:
Es muy cierto, debemos desarrollar permanentemente cada uno de los aspectos que nos constituyen como seres humanos. Sólo que, al parecer, nuestra parte espiritual es la que más abandonamos. La constancia es la clave para una vida plena; sólo con ella podemos llevar una alimentación saludable, hacer ejercicio, conservar nuestras amistades, actualizarnos en nuestro campo de trabajo. Pero ¿cuántas veces nos proponemos decidimos ser constantes con nuestro crecimiento espiritual? ¿Hasta dónde nos permitimos llegar antes de darnos cuenta de esta “anorexia espiritual”? Esta mensaje me hace recordar que también debo alimentar y ejercitar mi espíritu.
María Eugenia Nuñez:
Al hacer esta reflexión pienso
que efectivamente por habernos alejado tanto de la Oración han
pasado tantas catástrofes en el mundo al grado que el Papa Francisco ha dicho
que estamos viviendo una “tercera Guerra Mundial”.
Debemos acercarnos más a El por
medio de la Oración y día a día tener más conciencia en ayudar a todas
las personas que podamos y dejarnos de estar envidiando al de alado ya que al
final de nuestras vidas solamente nos llevamos la satisfacción de haber contribuido
con un granito de arena para que el mundo sea mejor.
Mercedes Karam:
Así es, simplemente,
sin muchas palabras.” La oración es el alimento del alma “,
y muchas veces nos alejamos, porque no queremos que nos exijan demasiado,
el que quiere seguir a Jesus realmente, no es fácil cuesta trabajo, porque lo
bueno cuesta y mucho.
Abrámonos a él, que no nos dé
miedo, no dejemos enfriar nuestra amistad con él, que es lo más grande e
importante que tenemos, nada más, todo es pasajero, es nuestra única
verdad.
Guadalupe Sánchez:
Es muy cierto que nos alejamos
de Dios, por diversos pretextes que siempre anteponemos, aunque no
abandonamos la oración, esto es como lo explica el Salmo que hacia Pedro, “lo
seguimos de lejos”.
Para evitar esta anorexia
espiritual, no hay que alejarnos del poder que tiene la oración en cualquier
momento, el agradecimiento por todo lo recibido y sobre todo por lo NO recibido,
ya que Dios es perfecto y sabe porque no tenemos lo que deseamos sino lo que es
indispensable para logar la misión que ha destinado para cada uno de
nosotros, como lo hizo cuando Pedro lo negó en 3 ocasiones.
Fabs:
Fabs:
Siempre me ha llamado mucho la atención esta
triple negación de Pedro. Trato de imaginar el temor, la angustia, la duda que debió sentir y que lo
impulsó a ello. A veces así nos sentidos, temerosos de lo que implica reconocer
y seguir a Jesús.
Rosa María Arias:
Rosa María Arias:
Desafortunadamente
en la actualidad existen dos tipos de anorexias: la del trastorno psicológico,
en donde la persona rechaza los alimentos, y la anorexia espiritual, en donde
el hombre se aleja de la presencia de Dios. En ambas el proceso es lento
y en muchas ocasiones uno no se da cuenta de que ha caído en ella hasta que la
enfermedad ya te está consumiendo, o bien, cuando uno se aleja por
completo de los sacramentos y de la Palabra de Dios.
Como dice San
Matero 4,4 “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios”, creo que es importante que la Palabra de Dios y los sacramentos
sean el alimento diario de nuestra alma, para que sustenten nuestro apetito
espiritual y nos alimenten con las fuerzas necesarias para vivir cada día
tratando de ser mejores para lograr alcanzar la vida eterna. Así mismo, estoy
convencida que al estar cerca de Dios tenemos la fuerza necesaria para sortear
los malos momentos de la vida.
Miguel Ángel Sánchez:
Miguel Ángel Sánchez:
Pasa muy seguido que
la carga de trabajo, los problemas, y muchas cosas más nos abruman y alejan de
cosas tan básicas como la simple cortesía de saludar, o decir gracias y sonreír
a quien nos sirve o acompaña
Peo es más fácil que nos
olvidemos de lo primordial y se den estos efectos.
Cuando esa presión es mas fuerte
debemos detenernos y dar un momento a nuestro espíritu y a nuestra relación con
Dios . Demonos un tiempo aunque sea mínimo para rezar, lo podemos hacer
mientras manejamos o viajamos en camión, usemos esos pequeños tiempos que
tenemos para hacer algo, meditar , platicar con Dios, pedirle apoyo y
fortaleza, usemos aunque sea los pequños momento que un día de máxima agitación
tenemos.
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