Mensaje de Reflexión para Construir.
El
respeto, la honradez, el reconocimiento, el honor y la verdad.
El saco de plumas
Cuentan que una vez hubo un hombre, que roído por la envidia
ante los éxitos de su amigo, le calumnió grandemente. Tiempo después se
arrepintió de la ruina que había ocasionado a su amigo con sus calumnias, y fue
a confesarse. Ya una vez en el confesionario y después de haber confesado su
pecado, -pecado grave contra el séptimo Mandamiento, como le dijo el confesor,
pues Usted le ha robado a su amigo, el valor más grande que una persona tiene
ante la Sociedad, como son su dignidad, su reputación, su derecho a la buena
fama, y contra el octavo Mandamiento, pues lo que Usted dijo de él son solo
calumnias-, le preguntó al sacerdote: “¿Cómo puedo reparar todo el mal que he
hecho a mi amigo?. ¿Qué puedo hacer?”. A lo que el sacerdote le respondió:
“Tome un saco llena de plumas y suéltelas por donde quiera que vaya. Y una vez
que lo haya hecho, vuelva que Dios le acompañe.
El hombre, muy contento ante aquel mandato tan fácil, salió
rápido fuera de la Ciudad en busca de una granja, y una vez que hubo conseguido
el saco lleno de plumas, regresó a ella, y sin esperar ni un minuto más, empezó
a pasearse por las calles lanzando al aire, en todas direcciones las plumas que
llevaba en el saco. Y una vez que lo hubo vaciado del todo, volvió a la Iglesia
en busca del sacerdote con el que se había confesado y lleno de satisfacción le
dijo: “Padre: ya he hecho lo que me mandó esta mañana”. Pero cual no fue su
sorpresa, cuando el sacerdote le dijo: “No hijo, esa es la parte más fácil.
Ahora debe volver a las mismas calles en las que las soltó, e ir recogiéndolas
una por una, hasta que vuelva a tener el saco lleno, y luego vuelva a verme”. Y
que Dios le acompañe.
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso
significaba. Y por más empeño que puso no pudo juntar casi ninguna. Al volver a
la Iglesia al día siguiente, se lo explicó al sacerdote con una profunda pena y
un verdadero arrepentimiento, pero éste le dijo: “Así como no pudo juntar las
plumas que Usted soltó porque se las llevó el viento, así mismo la calumnia que
Usted lanzo contra su amigo, voló de boca en boca y su amigo jamás podrá
recuperar del todo la fama, la reputación que Usted le quitó″.
Lo único que Usted puede hacer es pedirle perdón a su amigo, y
hablar de nuevo con todas aquellas personas ante las que lo calumnió,
diciéndoles las verdad, para reparar así en la medida de lo posible el daño que
le ha causado a su amigo y para tratar de restituirle en la medida que pueda su
fama , su reputación”.
Informatizarte,
Informática, Tecnología, Docencia, Viajes, Salud y Seguridad. (s.f.)
Informatizarte.com.ar. Recuperado el 21 de noviembre de 2016, de http://informatizarte.com.ar/blog/?p=2068
Esta semana se nos invita a reflexionar en los antídotos de la calumnia, el descrédito y la ofensa a nuestros semejantes: el respeto, la honradez, el reconocimiento, el honor y la verdad.
¿Cómo puedo hacer para apreciar, distinguir, o favorecer a mis
compañeros, conocidos, amigos, familiares?
¿Qué acciones podemos emprender cada día para evitar
desacreditar, acusar, degradar u ofender a nuestros semejantes?
Reflexiones.
Eugenio Valle Landa
Mi primera postura al respecto
es de que no somos realmente conscientes de lo que hacemos y de lo que decimos,
porque, generalmente, no pensamos sobre lo que hacemos y menos sobre lo que
decimos.
Ponemos, so pretexto, la
apabullante vida modernizada y “tecnologizada" que tenemos, de lo ajetreado del
día desde el inicio con los innumerables llamados a la acción y como no somos
conscientes o tan conscientes como para mantener un postura positiva, ética,
moral y al mismo tiempo eficiente, entonces nos la pasamos cometiendo
incoherencias con nuestro entorno. Este es otro gran paradigma, se es eficiente
o ético, pero no los dos. En lo particular, considero que si es posible convivir
con esta doble capacidad.
Todos tenemos que hacer
consciencia proactiva para que, si hacemos algún mal inconsciente, tengamos la
humildad para regresarnos y enmendar inmediatamente el mal hecho a las ideas, a
las personas y a las cosas.
Pero este es un ejercicio
permanente y como tal, a veces nos derrota el “enemigo mío”, que generalmente
soy yo mismo con mi desidia, mi falta de atención y de humildad para reconocer
que la he “regado” y debo, mejor dicho, QUIERO enmendar mi error. Se dice que
errar es humano, y estoy completamente de acuerdo, en donde ya no cabe la
tolerancia, es cuando se cae permanentemente en el hecho y en la no
reconfiguración del mal hecho. Se necesitan dos ingredientes básicos y SÚPER
SECRETOS: voluntad y humildad.
Emilio Dávalos Miaja
Emilio Dávalos Miaja
Es muy ilustrativa la historia y
siento que muy correctos los antídotos que se comentan. En los personal pienso
que el Respeto, hacia las personas que nos rodean, el valor que ellos
tienen y de la labor que desempeñan así como ejercer el Honor en nosotros
mismos. Esto debe de beneficiar no solo a los conocidos, sino también a todo el
que nos rodea, conocido o desconocido.
María Eugenia Núñez Roca
Me parece un muy buen cuento
porque te hace reflexionar que no debes lanzar al aire cosas que pienses aunque
tengas plena seguridad ya que puedes afectar mucho la reputación de las
personas.
Tampoco es bueno etiquetar a la
gente ni poner apodos eso es muy vulgar.
Luis Manuel González Rosas
Luis Manuel González Rosas
Las palabras pueden llegar a
generar la felicidad más grande y la peor tristeza, ojalá que las palabras
difíciles se pensaran dos veces antes de que se pronunciaran, quizá no haya
otra combinación de palabras posibles para lo que se tiene que decir, pero la
mirada y la actitud pueden amortiguar en gran medida su dureza… ¿qué te
voy a decir, y que pasaría si fuera yo quien tuviera que escuchar?
Gisela Gutiérrez Herrera
¿Cómo
puedo hacer para apreciar, distinguir, o favorecer a mis compañeros, conocidos,
amigos, familiares?
Aunque son acciones sencillas las que podemos hacer para que un
ser querido o conocido se sienta reconocido usualmente las pasamos
desapercibidas o incluso no las externamos porque sentimos envidia ante los
logros de los demás, lo cual es muy triste. Una palabra sincera de agradecimiento, un reconocimiento bien
merecido siempre será una fuente de encomio para quienes están cerca de
nosotros, podemos empezar desde cosas tan pequeñas (pero importantes) como dar
gracias y reconocerles a nuestros padres todo el amor, paciencia, tiempo y
bienes tanto materiales como espirituales y de formación que nos han dado; y
así continuar con todos los que nos rodean.
¿Qué
acciones podemos emprender cada día para evitar desacreditar, acusar, degradar
u ofender a nuestros semejantes?
En primera debemos trabajar en ser personas capaces de apreciar
la bondad, la belleza, los valores en nuestros semejantes; que nuestra
consciencia nos impida estrictamente el mentir sobre otras personas o
engrandecer nuestros logros y minimizar los de los demás (aunque incluso
pudiera perjudicarnos).
Pensar seriamente en el daño permanente que podemos hacer a los
demás debe actuar como un freno que nos impida hablar sobre otros, al respecto
existe un consejo muy sabio “Tenemos dos oídos y una sola boca para recordar
que debes escuchar el doble y hablar la mitad”.
Guadalupe Contreras Ávila
Guadalupe Contreras Ávila
Mi reflexión es que solo
hablemos lo bueno de las personas.
No juzgar a las personas
ya que no sabemos porque situación están pasando
Rosa María Arias Noriega
Angélica Salazar Martínez
Rosa María Arias Noriega
¿Cómo puedo hacer para apreciar, distinguir, o
favorecer a mis compañeros, conocidos, amigos, familiares?
Desde
mi punto de vista, para apreciar o favorecer a una persona es teniendo
comunicación con la persona que uno aprecia, decirle cuanto lo quiere y que
virtudes lo caracterizan, hacerlo sentir que es una persona importante y
respetuosa. Y sobre todo, si hay problemas, tratar de aclarar los malos
entendidos, porque dañan la amistad y la
salud.
¿Qué acciones podemos emprender cada día para evitar
desacreditar, acusar, degradar u ofender a nuestros semejantes?
Otro
punto importante es evitar los problemas en ese momento, ya que muchas veces
cuando uno está enojado pierde los estribos y puede hacer daño a la persona
que uno quiere; es mejor no ofender y salir a caminar para no llegar a tener
problemas. Tomarse el tiempo necesario para volver a tener una plática con la
persona que ofendimos.
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