martes, 22 de noviembre de 2016

Mensaje de Reflexión para Construir.
El respeto, la honradez, el reconocimiento, el honor y la verdad.


El saco de plumas

Cuentan que una vez hubo un hombre, que roído por la envidia ante los éxitos de su amigo, le calumnió grandemente. Tiempo después se arrepintió de la ruina que había ocasionado a su amigo con sus calumnias, y fue a confesarse. Ya una vez en el confesionario y después de haber confesado su pecado, -pecado grave contra el séptimo Mandamiento, como le dijo el confesor, pues Usted le ha robado a su amigo, el valor más grande que una persona tiene ante la Sociedad, como son su dignidad, su reputación, su derecho a la buena fama, y contra el octavo Mandamiento, pues lo que Usted dijo de él son solo calumnias-, le preguntó al sacerdote: “¿Cómo puedo reparar todo el mal que he hecho a mi amigo?. ¿Qué puedo hacer?”. A lo que el sacerdote le respondió: “Tome un saco llena de plumas y suéltelas por donde quiera que vaya. Y una vez que lo haya hecho, vuelva que Dios le acompañe.
El hombre, muy contento ante aquel mandato tan fácil, salió rápido fuera de la Ciudad en busca de una granja, y una vez que hubo conseguido el saco lleno de plumas, regresó a ella, y sin esperar ni un minuto más, empezó a pasearse por las calles lanzando al aire, en todas direcciones las plumas que llevaba en el saco. Y una vez que lo hubo vaciado del todo, volvió a la Iglesia en busca del sacerdote con el que se había confesado y lleno de satisfacción le dijo: “Padre: ya he hecho lo que me mandó esta mañana”. Pero cual no fue su sorpresa, cuando el sacerdote le dijo: “No hijo, esa es la parte más fácil. Ahora debe volver a las mismas calles en las que las soltó, e ir recogiéndolas una por una, hasta que vuelva a tener el saco lleno, y luego vuelva a verme”. Y que Dios le acompañe.
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba. Y por más empeño que puso no pudo juntar casi ninguna. Al volver a la Iglesia al día siguiente, se lo explicó al sacerdote con una profunda pena y un verdadero arrepentimiento, pero éste le dijo: “Así como no pudo juntar las plumas que Usted soltó porque se las llevó el viento, así mismo la calumnia que Usted lanzo contra su amigo, voló de boca en boca y su amigo jamás podrá recuperar del todo la fama, la reputación que Usted le quitó″.
Lo único que Usted puede hacer es pedirle perdón a su amigo, y hablar de nuevo con todas aquellas personas ante las que lo calumnió, diciéndoles las verdad, para reparar así en la medida de lo posible el daño que le ha causado a su amigo y para tratar de restituirle en la medida que pueda su fama , su reputación”.

Informatizarte, Informática, Tecnología, Docencia, Viajes, Salud y Seguridad. (s.f.) Informatizarte.com.ar.  Recuperado el 21 de noviembre de 2016, de http://informatizarte.com.ar/blog/?p=2068

Esta semana se nos invita a reflexionar en  los antídotos de la calumnia, el descrédito y la ofensa a nuestros semejantes: el respeto, la honradez, el reconocimiento, el honor  y la verdad.

¿Cómo puedo hacer para apreciar, distinguir, o favorecer a mis compañeros, conocidos, amigos, familiares?

¿Qué acciones podemos emprender cada día para evitar desacreditar, acusar, degradar u ofender a nuestros semejantes?

Reflexiones.

Eugenio Valle Landa

Mi primera postura al respecto es de que no somos realmente conscientes de lo que hacemos y de lo que decimos, porque, generalmente, no pensamos sobre lo que hacemos y menos sobre lo que decimos.

Ponemos, so pretexto, la apabullante vida modernizada y “tecnologizada" que tenemos, de lo ajetreado del día desde el inicio con los innumerables llamados a la acción y como no somos conscientes o tan conscientes como para mantener un postura positiva, ética, moral y al mismo tiempo eficiente, entonces nos la pasamos cometiendo incoherencias con nuestro entorno. Este es otro gran paradigma, se es eficiente o ético, pero no los dos. En lo particular, considero que si es posible convivir con esta doble capacidad.

Todos tenemos que hacer consciencia proactiva para que, si hacemos algún mal inconsciente, tengamos la humildad para regresarnos y enmendar inmediatamente el mal hecho a las ideas, a las personas y a las cosas.

Pero este es un ejercicio permanente y como tal, a veces nos derrota el “enemigo mío”, que generalmente soy yo mismo con mi desidia, mi falta de atención y de humildad para reconocer que la he “regado” y debo, mejor dicho, QUIERO enmendar mi error. Se dice que errar es humano, y estoy completamente de acuerdo, en donde ya no cabe la tolerancia, es cuando se cae permanentemente en el hecho y en la no reconfiguración del mal hecho. Se necesitan dos ingredientes básicos y SÚPER SECRETOS: voluntad y humildad.

Emilio Dávalos Miaja


Es muy ilustrativa la historia y siento que muy correctos los antídotos que se comentan. En los personal pienso que el Respeto, hacia las personas que nos rodean,  el valor que ellos tienen y de la labor que desempeñan así como ejercer el Honor en nosotros mismos. Esto debe de beneficiar no solo a los conocidos, sino también a todo el que nos rodea, conocido o desconocido.

María Eugenia Núñez Roca


Me parece un muy buen cuento porque te hace reflexionar que no debes lanzar al aire cosas que pienses aunque tengas plena seguridad ya que puedes afectar mucho la reputación de las personas. 


Tampoco es bueno etiquetar a la gente ni poner apodos eso es muy vulgar.

Luis Manuel González Rosas


Las palabras pueden llegar a generar la felicidad más grande y la peor tristeza, ojalá que las palabras difíciles se pensaran dos veces antes de que se pronunciaran, quizá no haya otra combinación de palabras posibles para lo que se tiene que decir, pero la mirada y la actitud pueden amortiguar en gran medida su dureza…  ¿qué te voy a decir, y que pasaría si fuera yo quien tuviera que escuchar?

Gisela Gutiérrez Herrera


¿Cómo puedo hacer para apreciar, distinguir, o favorecer a mis compañeros, conocidos, amigos, familiares?
Aunque son acciones sencillas las que podemos hacer para que un ser querido o conocido se sienta reconocido usualmente las pasamos desapercibidas o incluso no las externamos porque sentimos envidia ante los logros de los demás, lo cual es muy triste. Una palabra sincera de agradecimiento, un reconocimiento bien merecido siempre será una fuente de encomio para quienes están cerca de nosotros, podemos empezar desde cosas tan pequeñas (pero importantes) como dar gracias y reconocerles a nuestros padres todo el amor, paciencia, tiempo y bienes tanto materiales como espirituales y de formación que nos han dado; y así continuar con todos los que nos rodean.


¿Qué acciones podemos emprender cada día para evitar desacreditar, acusar, degradar u ofender a nuestros semejantes?
En primera debemos trabajar en ser personas capaces de apreciar la bondad, la belleza, los valores en nuestros semejantes; que nuestra consciencia nos impida estrictamente el mentir sobre otras personas o engrandecer nuestros logros y minimizar los de los demás (aunque incluso pudiera perjudicarnos).

Pensar seriamente en el daño permanente que podemos hacer a los demás debe actuar como un freno que nos impida hablar sobre otros, al respecto existe un consejo muy sabio “Tenemos dos oídos y una sola boca para recordar que debes escuchar el doble y hablar la mitad”.

Guadalupe Contreras Ávila


Mi reflexión es que solo hablemos lo bueno de las personas.

No juzgar  a las personas ya que no sabemos porque situación están pasando

Rosa María Arias Noriega




Angélica Salazar Martínez

¿Cómo puedo hacer para apreciar, distinguir, o favorecer a mis compañeros, conocidos, amigos, familiares?
Desde mi punto de vista, para apreciar o favorecer a una persona es teniendo comunicación con la persona que uno aprecia, decirle cuanto lo quiere y que virtudes lo caracterizan, hacerlo sentir que es una persona importante y respetuosa. Y sobre todo, si hay problemas, tratar de aclarar los malos entendidos, porque dañan la amistad y  la salud.


¿Qué acciones podemos emprender cada día para evitar desacreditar, acusar, degradar u ofender a nuestros semejantes? 

Otro punto importante es evitar los problemas en ese momento, ya que muchas veces cuando uno está enojado pierde los estribos y puede hacer daño a la persona que uno quiere; es mejor no ofender y salir a caminar para no llegar a tener problemas. Tomarse el tiempo necesario para volver a tener una plática con la persona que ofendimos. 

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