Reflexión de la
Semana:
Fortalecer la
conciencia con sinceridad.
El tema de la conciencia es de capital importancia, tanto para la propia persona, como en la formación de los hijos y de los que nos rodean, por estar tan estrechamente relacionado con la percepción y realización práctica de los valores morales.
La conciencia descubre el valor moral de los actos humanos, el mundo ético.
“La conciencia es el árbitro de nuestra vida, debe decirnos a nosotros
mismos, con seguridad, lo que está bien
y lo que está mal.
...El
árbitro de un partido no ha hecho el reglamento del deporte que atiende,
simplemente lo aplica: dice si las jugadas están de acuerdo con el reglamento o
no. Lo mismo sucede con nuestra conciencia, no hace la ley que regula nuestra
vida (ésta es la ley de Dios), ni tampoco hace que nuestras acciones sean
buenas o malas. Es un aviso, una voz, un recuerdo.
Pero no cualquier persona puede arbitrar un partido. Se necesita conocer bien el reglamento, estar dispuestos a ver cómo se realizan las jugadas y tener la suficiente capacidad para tomar oportunamente las debidas decisiones. Es evidente que los árbitros tienen que formarse. Una decisión equivocada puede traer fatales consecuencias en algún jugador o en todo un equipo.
De la consciencia depende una gran parte del éxito de nuestra vida: la salvación eterna. Por ello hay que formarla recta y madura, temerosa de Dios, abierta siempre al bien y a las inspiraciones del Espíritu Santo, capaz de discernir lo bueno de lo malo y de la mentira, evitando la falta de sinceridad y de autenticidad.
Hay varias señales de peligro que podemos identificar y que nos llevan a tener problemas de conciencia:
• Mentir. Decir algo contrario a la verdad con
intención de engañar. Es la ofensa más directa contra la verdad. Hablar u obrar
contra la verdad para inducir al error a quien tiene derecho de conocerla.

• Calumniar. Dañar la reputación de otros
diciendo mentiras.
• Ser doble
(Hipocresía); decir por un lado una cosa y por detrás otra.Es asesina
de toda verdad y rectitud de vida.
Empezamos a deformar nuestra conciencia cuando
admitimos, a sabiendas, pequeñas transgresiones a los deberes de nuestra vida
cotidiana, a nuestros compromisos con Dios y con el prójimo.
El que por hábito falta a la sinceridad, acaba por engañarse a sí mismo.
La falta de sinceridad empieza en la mente: piensas el qué decir, a quién decirlo, cómo decirlo, etc. Esto se va convirtiendo en un mal hábito, de modo que tú mismo empiezas a creer en tus propias mentiras. Es como una bola de nieve que cada vez se hace más grande.
Para ayudarnos a combatir estos errores debemos cultivar la virtud de la sinceridad, ¿pero cómo?
ü Procurando una identidad congruente cada vez mejor entre tu fe y tus obras. Si hay unión entre lo que piensas y lo que crees, entre lo que dices y lo que haces, estás siendo una persona auténtica.
ü Mantener la fidelidad a la palabra dada.
ü Evitar ambivalencias de cualquier género.
ü Formar a la conciencia en los principios éticos de la recta razón y en los principios cristianos del evangelio.
La formación de la conciencia es una tarea para toda la vida.
En la Constitución Pastoral “Gaudium Et Spes, Sobre la Iglesia en el Mundo Actual” encontramos un apartado dedicado a la conciencia, que dicta:
“Dignidad de la conciencia moral
16. En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello.
Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya
obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado
personalmente.
La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el
que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo
de aquélla.
Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo
cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo.
La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás
hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas
morales que se presentan al individuo y a la sociedad.”
PIENSA:
¿Qué tanto te has preocupado por prepararte y formar a tu conciencia?
¿Qué tan fiel eres con tu propia conciencia?
Reflexiones.
Miguel Ángel Sánchez Ocampo
Ciertamente uno de los mayores retos interiores de nuestra
persona es formar y educar a nuestra conciencia. El freno ante la tentación o
el mal actuar, el buen consejero, el arbitro justo, son algunos de los
calificativos que nuestra conciencia adquiere al fortalecerse.
La madurez; el respeto a nosotros mismos, al prójimo y sobre
todo al deber ser moral y social, son elementos muy importantes que siempre
tenemos que considerar antes de tomar una decisión de nuestro actuar.
Trabajemos diariamente como si fuera un programa de ejercicio
físico el fortalecer y desarrollar nuestra conciencia.
Una pequeña frase ilustra a quienes están a dieta y deben tener
firmeza: ¿Como saber si debo comer algo? Muy sencillo: ¿Sabe rico? No te lo comas
engorda.
En el caso de nuestra conciencia podríamos decir: Al pensar hacer o
no hacer algo, tu cabeza o tu cuerpo reaccionan con malestar, escalofrío o
mariposas en la panza, puede ser que tu conciencia te esté
avisando que algo no está bien.
¡Escúchala!
Edith Juárez Martínez
Sin duda la conciencia es un acto psíquico, una propiedad del
espíritu humano que permite reconocer los atributos esenciales, del
conocimiento reflexivo de las cosas que es accesible únicamente para el propio
sujeto.
La conciencia es el acto que nunca pasa desapercibido,
algo a lo que no podemos escapar, pero sin duda es nuestra mejor aliada,
si hacemos algo mal es la primera que nos avisa y lo que primero debemos tener
en cuenta para poder reflexionar sobre nuestros actos.
Todos deberíamos hacer un examen de conciencia al final del día
para observar lo que hicimos y la manera de mejorarlo o corregirlo según sea el
caso.
José Manuel Ávila López
José Manuel Ávila López
Nuestro deber día a día es seguir madurando y alimentando nuestra conciencia y espíritu en nuestro actuar diario, tomando como pilares los valores y exhortaciones que Dios por medio de su palabra nos muestra y el legado y ejemplo que dejó por su paso en esta tierra su hijo Jesucristo además de la ayuda del espíritu santo nos ilumine conforme a su perfecta voluntad.
Todo efecto positivo en nuestro entorno será resultado de nuestra conducta con una conciencia sana y alineada a los propósitos de nuestro Dios para nuestra vida lo cual es fruto de la obediencia de la ley de Dios echa carne en nuestros corazones.
Las Acciones valen más que mil palabras y que mejor que estén filtradas por una conciencia regida por la voluntad de DIOS.
Mercedes Karam Trad
Mercedes Karam Trad
Efectivamente en nuestra Mente Conciencia, es
muy importante, controlar nuestros pensamientos, y programar y educarla para
nunca agredir a nadie ni a nosotros mismos.
Cuando nosotros amamos a Dios y llevamos sus enseñanzas,
nuestra conciencia obedece a esas enseñanzas, por lo tanto no se cometen esos desvaríos, pero es muy fácil caer en el
error, y a todos nos pasa en algún momento de nuestro día a día.
Un ejercicio que yo practico siempre, para mi conciencia y
mis pensamientos hacia los demás, es ver el ROSTRO DE JESUCRISTO en cada una de las personas con quien convivo día a día, y es un
consejo que les brindo, y verán que ya no es fácil, CRITICAR,
JUZGAR, MENTIR, ETC.
Claro, si de verdad amamos a Nuestro Señor…
Los
invito a llevar a cabo éste ejercicio durante su caminar en esta vida.
Cuesta trabajo no es fácil, pero tampoco imposible.
Emilio Dávalos Miaja
Siento que la conciencia va creciendo con nosotros de la misma manera en que maduramos hacia una persona adulta. La conciencia va madurando al ir sintiendo empatía con las demás personas, al conocer las consecuencias que generan nuestros actos o los actos de ajenos.
Posiblemente de muy chicos no llegamos a entender en toda su plenitud, el dolor que puede llegar a generar el hombre hacia otra persona, o animales, o al mismo planeta y en algunos de los casos solo vamos imitando los que nos enseñan; pero al entender lo frágil que somos y el daño que se puede hacer con nuestras acciones, nuestra propia conciencia crece y madura con nosotros, generando raíces profundas y afectando nuestras acciones diarias.
Virginia Franco Parkman
Emilio Dávalos Miaja
Siento que la conciencia va creciendo con nosotros de la misma manera en que maduramos hacia una persona adulta. La conciencia va madurando al ir sintiendo empatía con las demás personas, al conocer las consecuencias que generan nuestros actos o los actos de ajenos.
Posiblemente de muy chicos no llegamos a entender en toda su plenitud, el dolor que puede llegar a generar el hombre hacia otra persona, o animales, o al mismo planeta y en algunos de los casos solo vamos imitando los que nos enseñan; pero al entender lo frágil que somos y el daño que se puede hacer con nuestras acciones, nuestra propia conciencia crece y madura con nosotros, generando raíces profundas y afectando nuestras acciones diarias.
Virginia Franco Parkman
Es importante mantener la conciencia de acuerdo a nuestra
integridad personal, siempre debemos buscar esta fidelidad de acuerdo a nuestro
corazón, a nuestra integridad. Debemos tener muy en cuenta el actuar de acuerdo
al amor a DIOS y a nuestro prójimo. A veces es difícil mantenerla por la
actitud de los demás, eso debe ser problema de ellos. Debemos prepararnos día
a día para formar nuestra conciencia y NO permitir que tome caminos torcidos,
es mucho más fácil seguirlos que OBRAR correctamente; por eso nuestro esfuerzo
debe ser mayor y no caer en tentaciones.
Teresita González Herrera
Teresita González Herrera
“Felices son los que tiene conciencia de su necesidad
espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos” Jesús de
Nazaret
“La gracia no es parte de la conciencia, es la cantidad de luz
en nuestras almas, ni el conocimiento ni la razón” Papa Francisco
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