En
esta ocasión, deseo invitarlos a conocer la historia de “Las patronas”, un
grupo de campesinas veracruzanas que en 1995 comenzaron a preparar comida para
entregarla a los inmigrantes centroamericanos que cruzan México como polizontes
en el tren conocido como La Bestia. ¿Cómo iniciaron?, ¿cuál fue el llamado?,
qué vicisitudes han enfrentado?, ¿por qué lo hacen?, ¿qué implica?, ¿cómo
consiguen recursos?, ¿cuáles son sus testimonios?, ¿cuál es su recompensa?
Se han convertido en un icono en la lucha por la defensa de estas personas. Obtuvieron el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2013, y en agosto de 2015 fueron nominadas al Premio Princesa de Asturias de la Concordia, después de la campaña en change.org que logró reunir más de 50 mil firmas de apoyo.
Estas
mujeres sencillas y de condición humilde son un ejemplo de misericordia, de
servicio, de compromiso social a quienes no conocen. Un grupo de mujeres que
han atendido a un llamado de Dios. “Madre, dame tu pan que llevamos hambre”.
Reflexiones
Mercedes Karam: Mis respetos, que hermosa obra y
que divinas personas, que mujeres tan valiosas, me invitaron a realizar alguna
obra similar…. Que corazón tan grande y que pureza de intención.
¡ADMIRABLES!!!!!!
Areli Sánchez: Creo que lo que más me maravilla
de la labor de estas mujeres es que son un clarísimo ejemplo de que cuando se
quiere, se puede. Son mujeres de una pequeña comunidad, que a leguas se ve que
no dan lo que les sobra, sino que han decidido trabajar para ayudar a los
migrantes centroamericanos. ¿Qué sería de este país si todos tuviéramos la
mitad de voluntad de lo que ellas han tenido? Me hace recordar que no necesito
ser una gran empresaria y crear una fundación para ayudar a alguien,
simplemente se trata de poner manos a la obra, todo acto de misericordia y
compromiso social será un granito de arena para hacer de éste un mejor lugar
para todos.
Emilio Dávalos: Es triste ver que aun al saber aquí en México el
trato que se les da a los Mexicanos al migrar a Estados Unidos, nuestros
compatriotas dan un trato parecido a las personas que entran desde el sur del país,
y no solo en el sur sino en todo su trayecto, esto incluye propaganda negativa
en su contra en televisoras entre otros. En lo personal fue muy reconfortante
ver a este grupo de personas que realizan esta obra altruista, me acuerdo
haberlas conocido en el tiempo que fue muy sonado lo de los Maras. Ellas están
brindando un gran ejemplo de hermandad y mostrando que no todo es negro y
blanco, quitando todo prejuicio de por medio y solo importándoles la propia
persona.
Maru Núñez: Me parece una labor muy
humanitaria y de solidaridad y nos da una enseñanza que deberíamos de seguir
aprendiendo de esas personas ya que con sus propios recursos que
realmente deben ser muy pocos hacen casi casi un milagro.
Los admiro.
Rocío Argueta: Mi opinión acerca de éstas
mujeres, primero es de admiración, respeto. Me queda claro que cuando uno da
con amor y desinteresadamente, esto se multiplicará y rendirá para quienes hay
que ofrecerlo, en éste caso a personas que más lo necesitan.
La vida es así, a eso venimos a
dar, a dar a manos llenas!
Fabs: Las obras que provienen de Dios, se caracterizan por trascender y ser duraderas a pesar de las adversidades. Estas mujeres han logrado atender a un llamado de Dios que se manifiesta en nuestros semejantes: "Tenemos hambre". Es una gran obra de misericordia, y no podemos más que admirarnos y sentirnos motivados por ellas.
Rosa Ma. Arias: Viendo
el reportaje de estas mujeres reconfirmo la existencia de los ángeles
terrenales que ayudan al prójimo sin esperar nada a cambio.
Desafortunadamente,
son muchas las personas que sin importar su sexo, ni edad, se ven obligados a
huir de la miseria con la que viven en su país. Dejan atrás a sus familias,
amigos, costumbres, etc., para recorrer miles de kilómetros en
condiciones precarias, con un sinfín de peligros, y con la desolación de que
tal vez nunca regresen. La única esperanza que los mantiene con vida es la
ilusión de encontrar una oportunidad para mejorar su calidad de vida y la de
sus familias.
La
misericordia de Dios es tan grande que tocó el corazón de este pequeño grupo de
mujeres conocidas como las Patronas, quienes todos los días dejan a un lado sus
actividades cotidianas para reunirse y preparar la comida que entregaran
a los migrantes al paso del tren. Su encuentro dura unos cuantos minutos, pero
son suficientes para que ellas los reconforten en tan duro viaje lleno de mucho
sufrimiento. Seguramente a las Patronas no les sobra, y aun así sabiendo
que no tendrán ningún tipo de remuneración lo hacen con alegría porque saben
que los ayudan en este largo e incierto recorrido.
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